Funeral

Funeral

Los funerales no son para los muertos, son para los vivos.

Estoy en un funeral ahora mismo

Estoy aquí, y no puedo evitar sentirme como cayendo en un abismo.

Claustrofobia.

Ansiedad.

Tristeza.

Pero más que todo dolor.

Siento que todos el dolor que llevo acumulando tanto rato se resquebraja y se derrama poco a poco como un ácido corrosivo sobre mi sensible corazón.

¿Qué se puede decir a una persona cuando ha muerto un ser querido?

Más aún…

¿Qué se puede decir a una persona cuyo padre se ha suicidado? 

Se ha suicidado. La felicidad es relativa dicen las malas lenguas. Y la gente feliz no lo es en realidad. O si.

¿Qué de cierto hay en que no comocemos realmente a las personas?

Ni al padre.

Ni al hermano.

Ni al amigo.

A ninguno conocemos ciertamente.

No puedo estar dentro de la sala porque me siento claustrofóbica y ansiosa, y afuera me abruman las miradas cuestionadoras de las personas que por respeto no se acercan a reprocharte el por que estoy aquí.

Y hasta ahora no lo había pensado, estoy aquí por él.

Me asusta pensar en que romperé en llanto en cualquier segundo.

Me duele que no puedo acercarme y abrazarlo porque se que si lo hago tendré que decir algo como «Lo lamento» «Es una lástima» «Estamos contigo» 

¿Quiénes «lo estamos»? 

Después de esto la mitad de las personas se olvidan de que este hombre murio, de que su padre murió, y siguen con su vida.

La otra mitad se divide en los que ocultan su dolor, los que lo seguirán sintiendolo mucho tiempo pero no lo demostraran y los que demostrarán su dolor mucho tiempo.

Pienso en que algunos ocultarán su dolor tras una sonrisa conciliadora que dará a entender que no la estan pasando tan mal.

Otros no se atreverán a que los vean llorar y mantendrán la seriedad en el rostro.

Algunos lloraran hasta que sus ojos se inchen y su garganta se reseque.

No sabemos que hacer, no sabemos que decir, ni que pensar de todo lo que pasa. 

De manera sincera creo que es algo in-creíble, osea, no creíble.

Un padre se suicida, su madre grita y llora deseperada rogando que vuelva, sus hermanos no hablan, no lloran, no se mueven, deja cuatro hijos huefanos tristes, y una esposa destrozada.

Ahora mismo estoy quieta, temo que un pequeño movimiento bruzco altere la atmosfera y lo vuelva una catastrofe.

Nadie entiende que hago aquí, porque casi nadie me conoce, pero yo lo conozco a él, y conocí
 a su padre.

Se que no está bien, y se que yo tampoco lo estaré por un tiempo.

Pensar, escribir, pensar, escribir.

Mas pensar…menos escribir…

Pienso en mi madre, en mi padre y mis hermanos, en las personas por las que temo, a las que amo, mis amigos, y en él. 

Nunca lo saqué de mi corazón, nunca se fue, y hoy lo veo y aún esta allí, se había escondido. 

Quiero correr, quiero abrazarlo, quiero decirle que estoy con él, y que de alguna manera todo va a estar bien.

Pero no puedo… No puedo porque se que me quebraré en llanto si lo hago, se que lloraré a cántaros.

Quizá es que yo necesito de él más de lo que él de mi.

Dejarlo ir si. Pero dejar el sentimientos jamás.

Los funerales no son para los muertos, son para los vivos.

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